Después de un año que nos obligó a todos a volcarnos a la virtualidad, un documental como "The Social Dilemma" nos lleva a replantearnos el uso que le damos a los dispositivos que "duermen" al lado de nuestras cabezas. Sumado a la controversia de las últimas semanas con Whatsapp, me deja pensando un par de cosas.
Antiguos trabajadores, desarrolladores y fundadores de las más usadas apps cuentan cómo surgieron las funciones tan comunes como el "feed infinito" o el "me gusta" en las redes sociales, y cómo esas funciones (y varias más) se fueron de las manos.
Hoy sabemos que existe la adicción al celular, a las redes sociales, FOMO (fear of missing out -miedo a no ser parte de una reunión social), y muchas más. Cirugías de personas que buscan verse "como en los filtros". Borrar fotos porque no tuvieron suficientes "likes"... La lista sigue.
Sin caer en spoilers -tampoco es una peli-, el documental está enfocado en la sociedad de los Estados Unidos -¿cuándo no?-, y si bien no representa -creo yo- la sociedad que tenemos acá, tampoco estamos tan lejos.
"La tecnología que nos conecta también nos controla" |
Ahora yo me pregunto, ¿es cuestión de tirar el celular a la basura y cerrar todas nuestras cuentas? Como dije muchas veces antes, mi objetivo en la vida es ser Christopher McAndless en la ciudad (Into The Wild). Hoy día estar sin un smartphone es estar fuera de cosas que nos importan: comunicarnos con personas que no podemos ver todos los días, saber de un otro a través de fotos -ojo que lo que brilla no siempre es oro-, mantenernos informados, recibir información importante laboral o académica al instante... Mil cosas más. Personalmente, más de una vez hubiera ido a la facu sin saber que la clase se había cancelado si no abría los mails. Esas son algunas de las razones por las cuales entiendo que los dispositivos aportan aspectos positivos al día a día.
Sin embargo, cuando tenemos que *inserte meme Bugs Bunny* tener una cuenta en cada red social, vivimos para el like de le otre, nos angustiamos porque vemos que X "la está pasando mejor que yo", no nos gusta nuestra cara cuando nos vemos al espejo porque es "sin filtro"... estamos frente a un problema.
No se trata del dispositivo sino del uso que le damos. Hacer un uso inteligente de las apps solamente nos puede traer beneficios. Y cuando sentimos que algo nos hace mal, frenar, pensar y actuar. Podemos dejar de seguir a esa persona que no nos hace bien (por más que esa persona no esté ni enterada ni tenga malas intenciones), podemos silenciar notificaciones para que el apartito no busque nuestra atención 24/7, podemos desinstalar esas apps que no usamos -y ya que estamos cerrar la cuenta. Podemos revisar el uso de pantalla y empezar a minimizarlo.
En fin, creo que hay un millón de alternativas para no revolear el celular por la ventana ni ser un esclavo del aparato. Hay un gris. Vayamos por el gris.
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